viernes, 2 de agosto de 2013

La relación Irán- Estados Unidos


La relación Irán- Estados Unidos analizada a partir de una interrelación de teorías.[1]

M. del Rosario Zabala Gallardo

La construcción de nuevas teorías para la explicación e investigación de los fenómenos estudiados por una disciplina, contribuye al fortalecimiento de la misma. Pero la construcción de nuevas teorías no es suficiente para dicho propósito; lo relevante es lograr un apropiado uso de ellas de acuerdo a la concepción de una realidad diversa y cambiante. Así las cosas, las teorías son instrumentos que permiten orientar el camino hacia el conocimiento.

Sin embargo, las teorías no son entes monolíticos, al contrario, fueron pensadas para ser combinadas y adaptadas a casos específicos de dicha realidad. Esto conduce a pensar que dentro de la disciplina ningún enfoque teórico debe mantener una posición privilegiada sino que cada uno de ellos captura elementos importantes de la política internacional y muchos de nuestros argumentos se basan en la interrelación entre varios de ellos.

Con base en lo anterior, el siguiente trabajo tratará de aplicar la interrelación de teorías para un caso específico coyuntural de las Relaciones Internacionales: la relación Irán - Estados Unidos.

Dicho esto, sabemos que una de las teorías más reconocidas dentro del campo de las Relaciones Internacionales es el Realismo. Asimismo, éste también ha sido uno de los enfoques más criticados, debido a que, se afirma, su pérdida de pertinencia y relevancia se puso de manifiesto al revelarse incapaz de dar explicaciones al fin de la Guerra Fría y a muchos de los acontecimientos que han tenido lugar después de él. Además, la relativa ausencia de conflictos entre Estados en las últimas décadas ha hecho que los supuestos del Realismo pierdan vigencia, aunque, por otro lado, no resulte pertinente que la selección de una teoría para el análisis de un fenómeno se lleve a cabo con base en la popularidad de dicha teoría ni en su relación con los eventos del presente. (Jervis, 1998)

Comprendo que un análisis serio y comprometido de los asuntos internacionales debe tener en cuenta las bases históricas y el contexto que propició los acontecimientos recientes. Es allí donde los elementos del Realismo aún resultan pertinentes para entender cómo se actuó en el pasado y lograr de esta forma una visión más desarrollada del presente. Al basarse en algunos de los supuestos de la teoría de la elección racional, la cual observa cómo se comportan y cómo deberían comportarse los actores (sean individuos o estados) para servir a sus propios intereses y asumir que los actores son racionales en la medida en que deciden de acuerdo a una estructura de preferencias, el realismo es acusado de no explicar de dónde proviene la estructura de preferencias de los actores. (Jervis, 1998)

La más obvia de las debilidades de la teoría de elección racional es que trata los intereses y las identidades como algo dado. Así entendido, el análisis realista de la política exterior de los Estados Unidos de América, nos permitiría distinguir ciertas características comunes: una, es la continuidad en el tiempo; otra, es su extensión permanente en el espacio, (es decir, que es mundial); y la última, es el consenso del que goza en el espectro político local, entre republicanos o demócratas. Este último refiere a la definición de los intereses nacionales u objetivos de la política exterior de Estados Unidos que son los siguientes: libre acceso a los recursos naturales, a los mercados mundiales y oportunidades de inversión a nivel mundial. (Boesner, 2010; Musalem Rahal 2000)

Según los teóricos del realismo, con su mayor representante, Hans Morgenthau, la conducta del Estado es racional y esta premisa estaría respaldada por la lógica de los "intereses nacionales", definida a su vez "en términos de poder, seguridad, sobrevivencia y una relativa capacidad". (Morgenthau, 1986). En este sentido, Estados Unidos podría ser considerado un ejemplo de cómo utilizar el poder propio en el exterior para implementar estrategias que maximicen el interés nacional, estrategias que han sido militares, políticas y económicas y se han visto modificadas de acuerdo a las coyunturas.

Sin embargo, desde los ojos del realismo la política poco pragmática que ha sido llevada a cabo para/con la República Islámica de Irán de parte del actual presidente norteamericano Barack Obama resultaría totalmente inadecuada y/o, léase, inexplicable. Veremos por qué.

Para comenzar, en relación al Golfo Árabe-Pérsico la definición de los intereses nacionales norteamericanos no ha cambiado: "el acceso de los recursos naturales" al que hacíamos mención anteriormente significa en este caso acceso al petróleo del Golfo. Esta región es considerada vital para la hegemonía norteamericana y la definición de las estrategias que implementa Estados Unidos en la región gira alrededor del control del petróleo. Dos de las estrategias más duraderas en el tiempo han sido: en primer lugar, establecer alianzas con regímenes pro-norteamericanos y en segundo lugar, realizar todos los esfuerzos posibles para mantener la "estabilidad" en la región. (Musalem Rahal, 2000)

Un análisis realista del tema planteado nos lleva necesariamente a analizar cuáles son las capabilities, entiéndase, atributos de poder, que nos permitirían hablar de la influencia iraní en la política exterior norteamericana. En particular, la ubicación geopolítica de Irán convierte a este país en una entidad de peso significativo en la región de Medio Oriente, no sólo porque tiene el mayor control de las costas del Golfo Pérsico, lo cual le otorga un status marítimo considerable y una salida natural en la explotación de los yacimientos de hidrocarburos en los territorios del sur del país, sino también porque no es ajeno a la situación regional, dado que comparte límites con siete Estados en total. (Botta, 2010; Halliday, F 2007).

Acordando en que, desde una perspectiva realista, un orden regional es parte integrante de un orden internacional existiendo entre ambos conceptos una relación como la parte y el todo, ese mero hecho justifica el interés de las denominadas potencias extra regionales en una región determinada. Tal análisis a nivel sistémico, comprende no sólo los intereses de cada Estado sobre el otro sino la influencia de otros Estados en la configuración actual de esta relación y es por ello que necesariamente incorporamos a los Estados Unidos al análisis de la situación regional en Medio Oriente. Sabemos, en relación a este punto, que el mayor impedimento para que Irán pueda ejercer un liderazgo regional reconocido internacionalmente con externalidades positivas en la zona, ha sido y es su conflictiva relación con Estados Unidos desde 1979.

Después de 30 años de rencor y desconfianza mutuos, se esperaba ilusoriamente que la llegada de Obama recompusiera la relación entre Washington y Teherán. Dada la considerable influencia de Irán en cuestiones de importancia vital para EE UU –Irak, Afganistán, el conflicto árabe-israelí, el terrorismo transnacional, la proliferación nuclear y la seguridad energética–,la administración Obama había llegado a la conclusión que rehuir a dicho país no mejoraría los desafíos y que atacarlo los exacerbaría a todos. La única opción viable parecía ser el diálogo; es decir, una política del compromiso con la que se esperaba que la administración Obama pudiera abordar varios interrogantes aparentemente sencillos pero fundamentales:¿por qué se comporta Irán del modo en que lo hace? ¿Se ve impulsada la política exterior iraní por una inmutable oposición ideológica a EE UU o se trata de una reacción a sus políticas punitivas? ¿Podría un cambio de postura de Washington dar pie a un Irán más conciliador? (Sadjadpour 2010)

Sin embargo, en momentos en que la reciente Casa Blanca mostraba en público su voluntad de negociar con Teherán –e incluso invitaba a diplomáticos iraníes a las celebraciones del 4 de julio–, el ala dura del régimen, encabezada por el líder supremo, obtenía como resultado una victoria contundente de su candidato Ahmadineyad en la primera ronda electoral de junio de 2009, lo cual hizo aún más explícitos los impedimentos para abrir el camino a una nueva dinámica entre Washington y Teherán.(Amirah Fernandez, 2009)

A partir de ese momento, y más allá que el papel de Estados Unidos en Oriente Próximo y Asia Central y meridional ha aumentado por su abrumadora presencia militar y su capacidad de influencia política sobre muchos gobiernos de la zona, el gobierno de Teherán sigue asegurando que su programa sólo tiene fines pacíficos, que se encuentra dentro de los límites que establece el Tratado de No Proliferación (TNP) y que está dispuesto a someterse a verificaciones internacionales. Pero,a cambio, quiere que el grupo 5+1 (EE UU, Rusia, Reino Unido, Francia, China y Alemania) aclare cuál es su plan para las armas nucleares de Israel, si las potencias nucleares piensan cumplir el TNP promoviendo el desarme y si negociarán sobre la base del respeto y la amistad o usando la fuerza. (Stampa Piñeiro, 2009)

Estados Unidos está esperando el desenlace de las negociaciones que está sosteniendo Irán con tres miembros de la Unión Europea (Alemania, Francia y el Reino Unido) aunque,en general, ningún país europeo estaría en disposición de apoyar una nueva ocupación militar en el Medio Oriente, sobre todo porque la situación actual en Irak está lejos del control estadounidense. (Stampa Piñeiro, 2007)

Rusia, por su parte, tampoco apoya sanciones contra Irán porque es uno de sus principales compradores de insumos nucleares con lo cual resulta ser el menos interesado en que Irán desactive su programa nuclear y, no tendría ningún problema en rechazar cualquier tipo de sanciones, restricciones y ataques contra Irán. (Khan, 2010)

Israel sería el único país que estaría en la misma línea estadounidense interesada en disminuir la amenaza iraní a través de sanciones económicas y de un ataque militar (debido a su antigua rivalidad identitaria, religiosa y territorial, al apoyo de Irán a la lucha palestina y a su extrema cercanía);pero Israel solo no puede emprender un ataque contra Irán y,por esta razón, ha llevado a cabo una labor de lobby en los sectores políticos estadounidenses para captar la atención sobre la importancia de la reactivación nuclear iraní.(Khan, 2010)

Para los realistas, la idea que Irán pueda seguir avanzando en su programa nuclear debe asentarse en los cálculos de la administración norteamericana, más aún considerando que luego de tres resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas queda claro que las sanciones internacionales no son útiles en la misión de cambiar el comportamiento iraní y que su misma implementación son ignoradas por un país cuya oposición a poderes externos ha configurado una parte importante de si historia. Si Teherán consigue esa capacidad solamente quedarán dos opciones: intentar terminar por la fuerza con esa tecnología (ataque militar) o bien aprender a vivir con un Irán nuclear. (BBC Mundo, 2006; Sadjadpour 2010).

En concordancia con los presupuestos realistas,comprendo que la política mundial se ve altamente influenciada por las grandes potencias, las cuales continuamente redefinen el destino de los países menos privilegiados en la distribución de poder. Sin embargo, los hechos actuales muestran que, junto a dichas determinaciones de las potencias, nuevos elementos deben ser tenidos en cuenta al analizar las decisiones y los resultados de la política mundial. Como vemos, la interacción entre países como Estados Unidos e Irán no está siempre resuelta a favor del mejor posicionado en la distribución de poder, puesto que las nuevas herramientas de análisis permiten ver más allá del balance de poder, antes exclusivo para tratar los temas de relaciones internacionales.

Un intento por impulsar las actuales potencialidades del realismo es el llamado realismo neoclásico, el cual no representa más que la interrelación de las premisas neorrealistas con los aportes del constructivismo para analizar un caso específico de la realidad internacional. Este enfoque teórico acepta los supuestos neorrealistas de anarquía en el sistema internacional y de balance de poder entre Estados, pero además incorpora los aportes del constructivismo de observar las variables del nivel doméstico, para entender las decisiones del nivel externo. (Sterling Folker, 2004). Para el caso particular de las relaciones de Irán con Estados Unidos, un análisis desde la perspectiva realista neoclásica implicaría comprender las competiciones internas entre los diversos grupos que componen el panorama social de cada nación y cómo éstos influyen en las decisiones que cada nación toma con relación a la otra.

En este sentido, el realismo neoclásico es realista en tanto comparte con los neorrealistas la visión de que la política exterior se encuentra primariamente constituida en relación al lugar que se ocupa en el sistema internacional y, en particular, por sus capacidades relativas de tipo material. Sin embargo, se distanciará del realismo al argumentar que el impacto de los factores sistémicos en la política exterior será más indirecto y complejo que como lo entiende el neorrealismo, en la medida en que dichos factores pueden afectar a la política sólo a través de factores ubicados en un nivel doméstico. (Carlsnaes, 2007)

Así las cosas, el modelo de República Islámica representado por Irán se constituye como contrapartida de la lógica westfaliana viéndose la religión asumida como el criterio en función del cual sociedad y gobierno son organizados. Por lo tanto el Estado, desarrolla una política exterior en la que sus intereses tienden a estar subordinados a la consecución de objetivos guiados por motivaciones religiosas y, en último término, a extender a otros países su modelo de sociedad. (Fernandez, 2010).

En este sentido, el mensaje del Islam revolucionario ha sabido ahondar en muchos sectores de las sociedades sometidas a la opresión económica capitalista. Desde el punto de vista de Irán, casos como el Arabia Saudita, donde la religión de Estado es el wahabismo (instrumento de poder implementado durante la época colonial para justificar el poder de la realeza y su política servil a Occidente) reflejan nada más y nada menos que la perversión y desviación del auténtico Islam para dar explicación a políticas ciertamente anti-islámicas. (Halliday, 2007)

Dicho esto, resulta comprensible que la construcción intersubjetiva de significados que toma lugar en la relación Irán- Estados Unidos,se haya visto predominantemente caracterizada por una negativa trayectoria que supo dar sus primeros pasos por aquellas instancias en que el Estado conocido como República Islámica de Irán emergía del tumulto revolucionario de 1979. Tal vez, una narrativa propiamente iraní del imperialismo occidental norteamericano y sus históricas interferencias contribuiría a la creación de un Estado cuya identidad se fundaría, entre otras cosas, en la oposición para con Estados Unidos y el resto de Occidente. Mientras tanto, aquellos hechos históricos que supieron sembrar terror en la embajada norteamericana de Teherán pueden ser considerados momentos críticos para los E.E.U.U. en lo que a la construcción intersubjetiva de la identidad atribuida al Irán post-revolucionario respecta y lo que resultó ser la configuración preponderantemente hostil que Estados Unidos desarrolló para con el Estado Islámico.

Razones como las señaladas tornan casi imposible referirnos a la relación Irán- Estados Unidos fundándonos en intereses de tipo geopolíticos, militares o económicos de forma exclusiva. El realismo se ha caracterizado por situarse en aspectos específicos como: el Estado y la seguridad, pero sobre todo ha mostrado que, sin los aportes tanto del constructivismo como de la teoría de la elección racional, se llega a tornar ineficiente a la hora de tratar algunos asuntos actuales en los que las ideas mutuas y percepciones de agravio y amenaza a menudo asumen una relevancia tal que excede aquello que el resto de las teorías podría considerar como racional u objetivo.

Entendido de este modo, Irán supo convertirse en un referente para gran parte del mundo musulmán en tanto se opuso francamente a la entidad sionista de los Estados Unidos. Sin embargo, desde hace 30 años, este país se ve envuelto en un dilema doméstico existencial: mantener fidelidad a la naturaleza teocrática de la República Islámica creada por el ayatolá Jomeini o dar paso a un sistema de gobierno en el que sean los ciudadanos quienes opten a través de elecciones democráticas.

En relación a este punto, si algo quedó demostrado en las pasadas elecciones presidenciales iraníes del 12 de junio de 2009 que daban la victoria al candidato ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, es que el poder político iraní puede ser menos sólido de lo que aparenta. Tras las elecciones mencionadas, cierto descontento encontraría un eco en las calles, viéndose canalizado por las manifestaciones por parte de los seguidores del principal candidato opositor, Mir Husein Mousavi. (Banuazizi, 2007; Buchta, 2000).

No obstante, las divergencias entre los partidarios de Ahmadinejad y de Mousavi son profundas y algunos analistas sugieren que estas tendencias emanan de una fisura en el corazón de la República Islámica. Dicha fisura, tal como supo sugerir Rafat, toma lugar entre por un lado, el ala más radical, más integrista, encabezada por el líder supremo Alí Jamenei, con Ahmadinejad como brazo ejecutor y, por otro, la corriente más pragmática, conducida por uno de los hombres fuertes del régimen desde hace 30 años: Hashemi Rafsanyani, quien se reuniría con los reformistas para llegar a un acuerdo sobre el candidato Musavi. ( BBC Mundo, 2009)

Así, en tanto observemos la relación Irán - Estados Unidos desde un nivel doméstico e intergrupal, se puede considerar que al interior de Irán hay principalmente dos fuerzas políticas que configuran la relación con Norteamérica. La primera de ellas es la mayoritaria conformada por los conservadores religiosos, los cuales ocupan el mayor número de posiciones al interior del gobierno y de la rama judicial y que se encuentran totalmente en contra de las intenciones norteamericanas y de los intentos de reforma al régimen islámico. Por otro lado, se encuentra el sector minoritario conformado por reformistas más liberales que luchan por un nuevo régimen más secular y con más derechos (desde la concepción occidental) y que se muestran más favorables a los intereses norteamericanos. (Spinosa, 2009)

A pesar de lo anterior, el apoyo popular al régimen conservador es muy amplio y con base en dicho apoyo se entiende que Irán no va a ceder ante las amenazas estadounidenses, por fuertes que éstas sean y que va a continuar con su decisión de reactivar el programa nuclear. De gran relevancia resulta destacar el consenso que existe hacia el interior de Irán acerca del papel natural que le corresponde como hegemonía regional debido a su ubicación geográfica, el peso de su población,su riqueza en recursos naturales y su pasado imperial que lo diferencia del resto de sus vecinos. (Zaccara, 2010).

Por su parte, Estados Unidos construye una imagen de y comprende a Irán a partir de la identidad y, consecuentemente, los propósitos que le son atribuidos a este último, a saber: consolidarse como potencia regional, desarrollar la fabricación de armas nucleares, ejercer un papel desestabilizador en la zona de Medio Oriente, exportar terroristas alrededor del mundo y actuar como interceptor de los Estados Unidos en lo que a Irak respecta. (Berman, 2005).

En relación a este punto, al interior de Estados Unidos, hay dos partidos políticos principales: el republicano y el demócrata. El primero de éstos es el partido que se ha caracterizado por ser centralista y por favorecer la salida militarista; el demócrata ha privilegiado un carácter más descentralizador. No obstante, ambos coinciden en afirmar que un Irán antinorteamericano y con armamento nuclear sería una enorme amenaza para la seguridad regional e internacional. (Zaccara, 2010)

Respecto de la oposición interna norteamericana a otra intervención, como la de Irak, ésta reside, no en el Congreso sino dentro de la sociedad, en general, y dentro del ejército que no soportaría un levantamiento en Irán, y que además ha llegado prácticamente a su límite de operación con las ocupaciones de Afganistán e Irak. En consecuencia, otra oposición al interior de la sociedad es la de las familias de los militares que no están dispuestas a poner más muertos sin ningún sentido y la de algunas organizaciones no gubernamentales que privilegian la salida negociada antes de la militar. (BBC Mundo, 2006)

En adición a los grupos de oposición, hay dos grupos de expertos en asuntos internacionales que tienen posiciones enfrentadas respecto a la solución que debe otorgársele problema de Irán. La línea dura (los neoconservadores o halcones) argumentan que en Irán resulta necesario un cambio de régimen por medio de una revolución democrática ya que el actual no tiene arreglo, siendo este grupo el que apoya las conversaciones con los grupos de oposición iraníes y la creación de la ya mencionada Coalición por la Democracia en Irán. Los otros (las palomas) entienden que el régimen iraní no puede ser cambiado debido a que se encuentra fuertemente arraigado y a la ausencia de una verdadera oposición al régimen islámico al interior de Irán y por lo tanto, no apoyan una salida militar sino una cooperación en tanto que reconocen la importancia económica y geoestratégica de Irán. (BBC Mundo, 2006)

Tal lo enunciado anteriormente, Washington goza de un amplio consenso bipartidista de que la contención de Irán debe ser una de las máximas prioridades de seguridad nacional. Sin embargo, a diferencia de Irán, en los círculos políticos estadounidenses no hay una mayoría a favor de la iniciativa militar o la negociada, porque a pesar de que los dos partidos coinciden en afirmar que es necesaria una solución frente a Irán, es el procedimiento lo que no está del todo claro. (Zaccara, 2010)

De cualquier manera, el análisis del nivel doméstico e intergrupal es fundamental porque permite observar la razón por la cual no es suficiente hacer un análisis del balance de poder entre los Estados;en otras palabras, nos ayuda a comprender por qué no es suficiente abordar la realidad desde una sola teoría. Es decir, se requiere un análisis que no sólo se fije en las implicaciones sistémicas del balance de poder entre Estados, sino que incluya los elementos del nivel doméstico (aportados por el constructivismo) y, a su vez, un esfuerzo por conocer cómo esta pugna interna repercute a la hora de tomar decisiones de política exterior con respecto al otro Estado.

El tiempo dirá si las elecciones de junio de 2009 pueden ser entendidas como una bisagra en la historia moderna de la República Islámica tal como la concibió el ayatolá Jomeini.Lo que sí queda claro es que dichas elecciones supusieron un antes y un después en lo que respecta a la profundización de dos brechas ya existentes:una entre los grupos sociales reaccionarios y los aperturistas, y otra –tan importante o más que la anterior– entre los sectores ultraconservadores del régimen y los más pragmáticos. Comprender a estos enfrentamientos como hechos que marcarían el futuro inmediato de Irán y sus relaciones con el exterior, requiere un entendimiento de los mismos como tal: una fisura importantísima en lo que respecta a la identidad de Irán como República Islámica y referente del mundo musulmán.(Fernandez, 2009)

De manera específica, la situación interna tras las elecciones en Irán no brindaría promesas factibles de facilitar el diálogo írano-estadounidense, pues muchos defensores de Ahmadineyad siguen desconfiando de las intenciones de Washington. Aun así, el hecho de que desde la Casa Blanca se haya reaccionado mostrando su preocupación por ciertos hechos tales como la represión policial pero evitando mayores declaraciones de condena, han debido desconcertar a importantes sectores en Teherán acostumbrados a ser el blanco de las reprobaciones estadounidenses. (Fernandez, 2009).

Queda claro que la anarquía en la que se ven insertas una y otra de las partes, no determina un único patrón de comportamiento sino que, por el contrario, la misma será dotada de cierta lógica a partir de los roles predominantes que los mismos actores sepan otorgarse mutuamente. (Wendt, 1995)

Finalmente, desde una perspectiva puramente realista, ninguna de las opciones utilizadas hasta ahora por Estados Unidos en alabanza a un proyecto liberal y conciliador han servido para aplacar la irracionalidad proveniente de la República Islámica de Irán, siendo aquella definida en el sentido de que la Republica Islámica de Irán se torna imposible de disuadir al encontrarse motivada únicamente por la religión, en vez del pragmatismo de la política, tornando finalmente inexplicable que Estados Unidos esté dispuesto a perder el control del Medio Oriente. Ciertos autores realistas han respondido a estas inquietudes a través de la inclusión de la identidad como uno de los asuntos propios que, aportada por la teoría constructivista, resulta fundamental en la configuración de las relaciones internacionales, demostrando la importancia de la combinación y recomposición de diversas teorías en busca de un análisis más ecléctico y completo de la realidad, a través de una mayor atención otorgada a las fuentes domésticas de la política exterior. (Carlsnaes,2007)

En conclusión, resulta necesario un análisis que incluya la combinación de elementos de varias teorías para comprender mejor la red dinámica de la realidad. A los fines de esta conclusión, ha sido necesario ahondar en las relaciones internas de los dos países involucrados, en la lucha iraní por consolidar una identidad diferente a la árabe y en los intereses de los diversos Estados sobre el problema en cuestión. Una integración de los niveles doméstico y sistémico da como resultado unas conclusiones más acertadas acerca del futuro de la relación entre los dos países.

El tiempo y con él, la historia, han contribuido a que el realismo haya empezado a admitir la existencia de nuevos actores en el sistema internacional y de nuevos niveles como el doméstico, los cuales se han vuelto determinantes para el análisis de las relaciones internacionales. Como vemos, la solución para aportar realmente a la consolidación de la disciplina es el uso de diversas teorías como herramientas de análisis sobre la complejidad de la realidad.

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[1] Trabajo Publicado en la Revista Interdisciplinaria Brumario. 

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